Dolor en la parte baja de la espalda, calambres abdominales, cambios de humor (incluidas discusiones con tu pareja porque no te entiende), dolor de cabeza, antojo por ciertos alimentos, fatiga, etc.
Todas hemos sufrido alguno (o todos) de estos síntomas de la menopausia los días previos y durante la regla. Y no podrás negarme que en su día, en algún momento, se te pasara por la cabeza la maravillosa idea de que si tuvieras ya la menopausia todo eso desaparecería.
Pues siento decirte que te equivocas si piensas que cuando llega ese momento los cambios en nuestro cuerpo paran. Las mujeres tenemos la enorme suerte de no ser lineales, sino cíclicas. Esto tiene sus partes buenas, pero también algunas malas. Tenemos ciclos que se repiten mes a mes, pero también ciclos vitales condicionados por nuestra fisiología (menstruación, embarazo, lactancia y menopausia).
Por tanto, aun cuando nuestro periodo llega a su fin, nosotras tenemos que seguir adaptándonos a nuevos cambios, y redescubriendo una nueva versión de nosotras mismas.
Entendiendo cómo funcionan algunos síntomas de la menopausia
Asociamos el término menopausia exclusivamente al cese del sangrado y la pérdida de la fertilidad, sin embargo, se producen muchos otros cambios que requieren de un tiempo de adaptación. Este periodo se conoce como «climaterio«, y puede prolongarse durante años. Se inicia con las primeras irregularidades en la regla (premenopausia) y finaliza cuando se pierde por completo la capacidad de producir hormonas (estrógenos) y de generar óvulos (postmenopausia).
Durante todo este proceso, se produce una variación en los niveles hormonales que condiciona la aparición de los síntomas característicos, así como los sucesivos cambios que se producen en el cuerpo de la mujer.

Cambios y síntomas de la menopausia
Asociamos la menopausia con el final de la menstruación y la aparición de sofocos. Sin embargo, existen muchos otros cambios que pueden tener un impacto en la salud, más allá del malestar o la incomodidad de ciertos síntomas.
Composición corporal
Un cambio muy obvio a nivel de apariencia es el cambio de composición corporal. Durante nuestra etapa fértil tenemos tendencia a acumular mayor cantidad de reservas de grasa en la cadera. Sin embargo, tras la menopausia se incrementa la acumulación de grasa a nivel abdominal. Es decir, pasamos de una forma de pera (ginoide) a una forma de manzana (androide).

Esto se debe a la reducción de estrógenos (hormonas que juegan un papel clave para la salud femenina), dejando que actúen en mayor medida los andrógenos (principalmente la testosterona, porque sí, las mujeres también tenemos testosterona).
Y si esta modificación fuese meramente estética, no habría tanto problema. La cuestión es que tienen importantes repercusiones para la salud.
Estos cambios conducen a un incremento del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, mayor resistencia a la insulina (diabetes tipo 2), hipertensión arterial, incremento del colesterol LDL y de los triglicéridos…
Por tanto, será muy importante adaptar nuestro estilo de vida y nuestra alimentación para reducir al máximo ese acúmulo de grasa abdominal y su impacto en la salud.
Cambios óseos y musculares
En esta etapa también se produce una reducción de la densidad ósea, así como una pérdida de masa muscular.
Estos dos factores son el combo perfecto para favorecer las caídas y las fracturas, además de manifestarse con dolores recurrentes.
Para retrasar al máximo la fragilidad que ocasionan estos cambios, será fundamental seguir una alimentación que nos aporte los nutrientes necesarios, así como realizar actividad física que le recuerde a nuestros huesos y músculos que deben seguir trabajando.
Sofocos y otros síntomas de la menopausia
Los sofocos y los sudores nocturnos son típicos de esta etapa. Pero no son los únicos. La reducción de estrógenos (en concreto del estradiol) también tienen su impacto en el estado de ánimo, en el descanso y hasta en la función sexual.
Se trata de una etapa que debemos pasar, pero que podemos atenuar con la ayuda de ciertos nutrientes y la modificación de ciertos hábitos.
Alimentación en la menopausia
¿Es posible atenuar los síntomas de esta etapa y prevenir las complicaciones asociadas? Sí, si sabes cómo.
Además de llevar un correcto estilo de vida: ejercicio de fuerza, actividad física cotidiana, exposición solar… También es importante adaptar nuestra alimentación a esta nueva etapa.
Algunos nutrientes que ya eran importantes antes de la menopausia, se vuelven cruciales después de esta. La cantidad de grasas y proteínas, pero también ciertas vitaminas y minerales, así como ciertos fitoquímicos presentes en los alimentos como las uvas, fresas, espinacas, brócoli o coliflor entre otros, pueden ayudarnos a sobrellevar mejor esta etapa, y a evitar o reducir las posibles complicaciones que podrían derivarse de la misma.
Por tanto, como ya hemos dicho, se trata una vez más de adaptarnos, como ya lo hemos hecho en otras etapas vitales. Esa adaptación conllevará también un redescubrimiento de una nueva versión de nosotras mismas. Pero es precisamente esa capacidad de adaptación que tenemos lo que define nuestra fortaleza.
