El síndrome del intestino irritable es una de las enfermedades digestivas más comunes a nivel mundial. Y, ¡oh, sorpresa! afecta mucho más a mujeres que a hombres.
El problema para diagnosticar esta enfermedad es que no existen parámetros clínicos que permitan determinar su existencia. ¿Qué quiere decir esto?, pues que por más analíticas que nos hagan, no encontrarán ningún valor que permita confirmarnos claramente que padecemos este trastorno.
Por suerte, no se trata de una enfermedad que conlleve complicaciones graves. Sin embargo, sí que puede condicionar nuestro día a día con malestar digestivo recurrente.
Pero entonces, ¿cómo saber si tengo o no síndrome del intestino irritable?
Puesto que una analítica no va a permitirnos obtener un diagnóstico, para saber si tenemos esta alteración, primero deberán descartar una considerable lista de patologías que sí pueden determinarse mediante pruebas y marcadores biológicos concretos (celiaquía, enfermedad inflamatoria intestinal, intolerancias, etc.).
Una vez descartadas todas estas posibles causas, se aplicarán una serie de criterios diagnósticos, basados en la evaluación de la frecuencia del dolor abdominal y la consistencia de las heces.
¿Qué es y qué causa el síndrome del intestino irritable?
El síndrome del intestino irritable es un trastorno digestivo recurrente del que se desconoce realmente la causa. Se cree que los condicionantes más importantes con los ambientales (estrés, alimentación, microbiota), aunque puede que también exista un componente genético.
En los últimos años ha crecido el interés por evaluar el impacto de la microbiota en esta enfermedad. Se cree que en pacientes que la sufren hay un «error de comunicación» entre el intestino, la microbiota y el cerebro.

Esto significaría que en individuos con una microbiota (los bichitos que habitan nuestro intestino, y que todos juntos pesan 2kg) alterada podría producirse una desregulación intestinal. La conexión entre el intestino y el cerebro no sería correcta, y esto implicaría cambios en el funcionamiento del intestino, en la secreción de las sustancias que permiten la digestión e incluso en la regulación de nuestro sistema inmune.
Síntomas del síndrome del intestino irritable y tratamiento
Los síntomas del síndrome del intestino irritable y la forma en que se manifiesta la enfermedad es principalmente mediante un dolor abdominal inferior intermitente. Es decir, no se trata de un dolor constante. Además, suele coincidir con un cambio en la consistencia de las heces (diarrea o estreñimiento), distensión abdominal, flatulencias y cansancio crónico.

Por tanto, el tratamiento se basa en reducir o eliminar estos síntomas. Y para ello, la alimentación es clave, siempre junto a un correcto estilo de vida.
El abordaje principal se basa en una modificación de hábitos alimentarios (recomendaciones NICE) acompañados de una mejor gestión emocional y psicológica, así como la reducción del sedentarismo.
Si estos cambios no surten efecto, se implementa una pauta alimentaria denominada dieta baja en FODMAPs.
Dieta baja en FODMAPs
Esta pauta consiste en eliminar, durante un tiempo, determinados componentes de la alimentación, para posteriormente reintroducirlos de forma progresiva.
Durante la reintroducción, se evalúa si se producen de nuevo, o no, los síntomas. En el caso de volverse a producir cualquiera de ellos (dolor abdominal, distensión, cambios en las heces, etc.) se identifica al componente como no tolerado, y se deberá reducir o eliminar su consumo.
Además, este procedimiento permite confirmar el diagnóstico del síndrome del intestino irritable. Por tanto la alimentación sirve tanto de tratamiento, como de herramienta diagnóstica.
La conclusión que sacamos de todo esto es que el síndrome del intestino irritable es una patología muy frecuente, en la que el estilo de vida y la alimentación son claves. La herramienta terapéutica principal es la alimentación, pautada por un Dietista-Nutricionista especializado y adaptada a cada persona.